
Cuando no llevábamos más de 3 ó 4 kilómetros ya notaba yo que la cosa no iba bien pues los piñones 5 y 6 no podía usarlos (bueno, sí podía pero me pasaba igual que ayer a Andy Schleck en la etapa del Tour, menos mal que en este caso mi Contador particular sí que esperó); al final decidí jugar con los platos y de este modo conseguí una marcha cómoda. Subimos hasta los pozos de Santa María y desde allí cogimos dirección al Peral donde estaba anocheciendo a ojos vista cuando llegamos; nos detuvimos unos minutos a charlar con unos amigos y acto seguido emprendimos el regreso por el camino que llega al carril bici. He de decir, que Javier quería volver por el camino bajo pero es que no se veía apenas nada y la única que llevaba un ligerísimo alumbrado era yo ... bueno, llegamos bien que es lo que importa.
La foto que ilustra esta entrada refleja como estaba el Peral cuando llegamos allí. ¡Nos vemos!
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