martes, 20 de julio de 2010

Mi cadena, como la de Schleck

Pues sí, después de llevar la bicicleta al taller y gastarme más de 80 euracos resulta que no está del todo fina: claro, hay que reconocer que la pobre tiene más de 20 años y ya se sabe que "viejo que se cura, cien años dura", pero sigue teniendo achaques (si es que la marca Nuevo, es la mejor). Resulta que en estos últimos días y aprovechando que a última hora de la tarde parece que en el campo no se está mal y que Lucía se ha ido a pasar unos días con la abuelita, salimos con las bicis a dar una vuelta y yo, casi siempre cojo la Lapierre de mi hijo que va como la seda, pero el domingo el chaval se empeñó en que quería su bici y, claro, no tuve más remedio que ceder.
Cuando no llevábamos más de 3 ó 4 kilómetros ya notaba yo que la cosa no iba bien pues los piñones 5 y 6 no podía usarlos (bueno, sí podía pero me pasaba igual que ayer a Andy Schleck en la etapa del Tour, menos mal que en este caso mi Contador particular sí que esperó); al final decidí jugar con los platos y de este modo conseguí una marcha cómoda. Subimos hasta los pozos de Santa María y desde allí cogimos dirección al Peral donde estaba anocheciendo a ojos vista cuando llegamos; nos detuvimos unos minutos a charlar con unos amigos y acto seguido emprendimos el regreso por el camino que llega al carril bici. He de decir, que Javier quería volver por el camino bajo pero es que no se veía apenas nada y la única que llevaba un ligerísimo alumbrado era yo ... bueno, llegamos bien que es lo que importa.
La foto que ilustra esta entrada refleja como estaba el Peral cuando llegamos allí. ¡Nos vemos!

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