viernes, 12 de abril de 2013

Contrarreloj inesperada

Hoy nos hemos levantado con ganas de salir al campo e, igual que hicimos hace unos días, hemos cogido las bicicletas y nos hemos ido a unos 17 ó 18 kilómetros del pueblo cogiendo el camino del Vasco. Hemos visto un sendero por el cual se podía subir con las bicis y, donde hemos considerado que se podían dejar medio ocultas, ahí las hemos dejado y hemos comenzado a caminar monte arriba monte abajo, al tiempo que buscábamos unos esparraguillos.

Salimos de casa a las diez en punto y era la una pasada cuando hemos bajado a por las bicicletas y qué sorpresa ¡mi puñetera rueda trasera estaba pinchada! No me hubiera preocupado en otras circunstancias pero es que Lucía salía del colegio a las dos y sólo pensar que no íbamos a estar en casa cuando ella llegase ya me ponía de los nervios. No sé ni cómo lo hemos hecho, la cuestión es que hemos cambiado la rueda, la hemos inflado, montado de nuevo y, como nos hemos vuelto por otro camino más corto, hemos recorrido los 12 kilómetros y pico que nos separaban de Valdepeñas en poco más de media hora. Vamos que no nos hemos dormido en los laureles y nos hemos traído. entre bici y andorrear, más de 30 kilómetros en las piernas y un buen manojo que voy a preparar para cenar esta noche (es que hay que reponer fuerzas). Por cierto, el campo cada día está más transitable y más hermoso. Una imagen vale más que mil palabras.

Quitándose mosquitos. Los hay a manta.
Fijaos en el caminillo. No me extraña haber pinchado.
¿Está o no de película?



No hay comentarios: