Unos días antes de salir de vacaciones preparo una lista con aquello que considero imprescindible para salir sin problemas y luego cada día voy anotando lo que se me ocurre. Ya sé que siempre hay solución y podemos comprar en el lugar de destino pero es una faena que se te olvide el Dalsy y te toque salir a buscar la farmacia de guardia en un lugar que no conoces. No suelo pecar de cargar en exceso pero lo cierto y verdad es que para cuatro monos que nos vamos hay que ver la de cosas que metemos en el coche y al final siempre se me olvida algo; cuando estuvimos en Málaga hace unos meses me olvidé la parte inferior del bikini y no era plan ponerse sólo lo de arriba. La colección de cubos y palas ha ido creciendo a fuerza de olvidárnoslos en casa y claro no vas a tener a los niños en la playa sin sus aperos ¿No? Ahora, lo que nunca se me olvida son el marido y los niños: el marido ya es mayorcito y se lo pasaría pipa una semanita de Rodríguez pero como hay tanta loba suelta no me fío ni un pelo. Además prefiero que conduzca él porque así va más tranquilo pues si va de copiloto se agarra a la manecilla esa que está encima de la ventanilla y puedes pasar la mano entre su trasero y el asiento de lo en vilo que va (si le pregunto seguro que me dice que va tranquilo pero por los ojos desencajados y las dos manos crispadas sobre los asideros detecto cierta ansiedad). Espero que muchos no os veáis reflejados en esta situación.
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