El pasado fin de semana no teníamos muy claro qué hacer pero como todavía no estamos sujetos a horarios nos permitimos el lujo de improvisar.
El sábado por la tarde cogimos las bicis y dimos un paseíto; cuando volviamos no puede evitar tomar unas fotos pues estaba anocheciendo y el cielo estaba precioso. Esta experiencia me ha servido para recordar que la próxima vez no debe faltar en mi mochila una linterna o similar pues con mi marido uno sabe cuando va pero no cuando vuelve.
El domingo fue muy tranquilo. Él se levantó temprano y se marchó a entrenar mientras yo me ocupaba de preparar a los niños para irnos de viaje a Aranjuez; allí tenemos familia y hacía mucho tiempo que no íbamos. Como está sólo a 150 km de Valdepeñas no nos da pereza ir. Lo mejor de todo es que como mis hijos tienen allí tres primos pues nada más llegar parece que los padres dejamos de existir y no oigo "mamá, mamá" a una media de 10 veces por minuto, como suele ser habitual. Como no podía ser de otra manera por la tarde dimos un espléndido paseo por el Jardín del Príncipe y aunque no estaba en su mejor momento, pudimos ver pavos reales, faisanes e incluso alguna atrevida ardillita. Si aún no habéis estado os animo a hacerlo en primavera u otoño que es cuando todo está, si cabe, aún más espectacular. Y ahí va la pregunta ¿Cuanto duraría en cualquier parque de Valdepeñas un pavo como el de la foto?
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